No, no hemos sufrido ningún «secuestro» editorial, como pudo verse el pasado mes de enero en los principales diarios de la prensa escrita española. No, tampoco queremos referirnos a ningún programa de becas ofrecida por entidad financiera alguna. Es más, si diera mi sincera opinión sobre los bancos -y ya no hablo como crítico musical amateur, sino como economista de profesión-, creo que este blog perdería su tono más amable.
Dejando malos rollos aparte, me voy a centrar en explicaros lo que quiero dar a entender cuando hablo de #GeneracionesEncontradas. Para ello, traslado el foco hacia mi propio árbol genealógico, y pongo un ejemplo de cómo los caminos llegan a encontrarse.

Dos generaciones, unidas mas allá del parentesco
Para empezar esta historia debemos de viajar en el tiempo, en concreto hasta la década de los 60. Por aquella época, la industria musical estaba dominada completamente por un cuarteto de Liverpool que seguro os suena de algo….The Beatles. Ironías aparte, se sabe que este grupo ha cosechado numerosas alabanzas, encumbrando gran parte de listas de «Mejores de» de la historia, ya sea grupo, disco o canción.
Mi por aquel entonces joven padre no era ajeno al movimiento (bueno, aún no era padre, pero juventud no se le podía negar en esos tiempos por su condición de preadolescente). Vivía idolatrando a ese grupo, sus canciones y, como suele pasar en estos casos, incluso su aspecto. Testigo son los baúles con fotos en mi casa donde predominan los considerados pelacos de la época.
Gran parte de la herencia musical por parte de mi progenitor ha desembocado siempre en Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y el frecuentemente olvidado Ringo Starr. Muestra de la grandeza de este grupo es la influencia que crearon, no no sólo a mi padre, sino a toda una generación entera.
Décadas después soy yo el adolescente, y soy yo el que presenta inquietudes. A partir de la segunda mitad de los 90, empieza a picarme el gusanillo musical, en donde me convierto en un ávido devorador de discos. A pesar de mis influencia parental, mi curiosidad se desvía más hacia sonidos como el Hip Hop, R&B, y todas las raíces de estos géneros. Necesitaba saber de dónde venían esos samplings, por lo que cuando acudía al mueble de discos antiguos, curioseaba mucho entre las publicaciones de Marvin Gaye, Otis Redding, Aretha Franklin o Stevie Wonder, ignorando muchas veces la gran densidad de discos de The Beatles respecto a los de otros artistas.
Seguían los años, y con ellos, seguía mi ceguera hacia las recomendaciones Made In Liverpool de mi padre. Mi preferencia allá por principios del milenio se centraba en el estilo de producción de un emergente productor de Chicago, Mr. Kanye West ¡Y vaya que si me centré en él! No hablaré del impacto de sus discos sobre mi manera de entender la música, porque ya llevo mucha palabrería, y eso no es el caso en esta entrada (aunque ya avanzo que algún día daré mi opinión sobre alguna de sus publicaciones).
¿Y a qué viene todo esto? Pues que nada más comenzar este año 2015, veo que los caminos separados se unen en los créditos de una misma canción, «Only One», donde figuran los ídolos musicales que más nos han hecho vibrar tanto a mi padre como a mi.
Como otras muchas lecciones que me ha dado, mi padre al final se salió con la suya y consiguió que escuchara con atención a Sir Paul McCartney. Quién sabe si algún día me ocurrirá lo mismo, ¿os he mencionado que en breve voy a ser papá?
No me entretendré como es habitual en hacer un análisis de la canción, pero sí daré la puntilla de que en ésta Yeezy, desde la perspectiva de su fallecida madre, ha dedicado a su célebre hija.
Otra forma en la que de nuevo, y gracias a la música, #GeneracionesEncontradas